Hoy es ese día en el que retrasaste la alarma del
despertador cinco minutos más de los que debías. Vas tarde. Saltas de la cama sin apenas equilibrio,
pones el piloto automático de cada mañana. Pero no das una. Casi te resbalas en
la ducha, has perdido la toalla por mitad del pasillo y no te ha dado tiempo ni
a plancharte el pantalón. No te queda
más remedio que salir a toda prisa de casa y cuando estás saliendo por el
portal te das cuenta de que los billetes de tren se han quedado en la cocina.
Subes corriendo, esta vez por las escaleras, a la llave no le da la gana de
abrir, y cuando por fin lo consigues, te tropiezas con el felpudo que nunca
habrías puesto ahí en ese momento. Te guardas los billetes en el bolsillo y escaleras abajo.
Al menos pasaba un taxi por allí. Dirección: estación de
Atocha, por favor, lo más rápido que pueda.
Son las 7:10 , tu tren sale para Toledo desde el andén de
cercanías a las 7:32. Aún te quedan 10 minutos de trayecto y hay tráfico en la bajada de María de Molina
con Serrano. Mientras el taxímetro sube sin piedad, de cinco en cinco
céntimos, te cacheas para comprobar que lo llevas todo: monedero, billetes,
tarjetas, DNI, suelto para el café, el móvil y la agenda. Sientes alivio, no te
has olvidado de nada, excepto de lo más importante. Y es entonces cuando te
acuerdas de tu madre y de su sabiduría práctica: “antes de salir de casa revisa
siempre lo que llevas y no te olvides de hacer pis”. Pues se te ha olvidado. Ahora el taxímetro
es lo de menos, tu prioridad número uno es encontrar un baño porque tienes
tanta necesidad que no aguantas hasta subirte al tren.
Son las 7:22, bajas las escaleras mecánicas de Atocha.
Corres aparatosamente hacia la zona del jardín, que supone cruzar media
estación. Y cuando llegas… Ay cuando llegas tienes a 5 personas por delante de
ti con monedero en mano. No entiendes
nada. Alguien se da la vuelta y te
aclara: 60 céntimos para entrar al aseo.
Son las 7:26 .
¿Sesenta céntimos? ¿Qué hacen estos retretes?
¿Teletransportarme al asiento 32b del vagón 4? ¿Qué significa todo esto?... Te
preguntas, mientras aprietas las piernas, todavía con disimulo, y no dejas de
dar golpecitos intermitentes en el suelo con el pie derecho. Miras el reloj: las 7:25 . Ya te toca. Te
espera una maquina parecida a la del metro para meter las monedas y seleccionar
las opciones de aseo.
Acto seguido cruzas un torno y accedes a una sala que
poco tiene que ver con un baño.
Una persona perfectamente uniformada se acerca a ti y te
hace la siguiente apreciación: ¡Adelante, disfrute de esta experiencia! A lo
que tú amablemente le respondes: mear es una urgencia no una experiencia. Son
las 7:32. Has perdido el tren.
Quizás esta situación sea -de momento- ficción, pero no lo
creo. Llegan las ‘Toillet Store’ a la estación de Atocha, un nuevo concepto de
‘posapompis’ de pago -60 céntimos- pero sin carácter de urgencia. Eso sí,
inodoros último modelo dentro de habitáculos con papeles pintados pintorescos
que recrean lugares del mundo y una zona de productos de aseo que se adquieren
allí mismo.
Niels Bakker es el ideólogo y director de la firma que
instalará y gestionará los nuevos baños de la estación. Su ambición: “en tres años queremos tener 2.500 baños por todo el mundo”.Por ahora están en Bélgica, Austria,
Chequia, Holanda, Israel y quieren llegar incluso a Kuala Lumpur. La firma ha
pagado 280.000 euros más IVA a Adif por siete años de concesión de este
servicio.
¿Para cuándo la novedad? Los primeros
baños se podrán estrenar en Atocha el 1
de noviembre, los segundos el 14 de diciembre. A partir de entonces,
según Bakker, ir al servicio será toda una experiencia porque "siempre olerá bien, habrá música de
ambiente, habrá sillones y microondas para que las madres puedan
calentar el biberón, fotos divertidas ¡Será una experiencia!".
Y el colofón final de este post -que suena como a cuando se tira de la
cadena- lo pone el ideólogo Bakker, cuyo fiel compromiso es “que ir al baño en Atocha sea no una
necesidad sino un placer”. A lo que con
escobilla en mano yo misma le respondería: hacer pis es una primera necesidad,
de emergencia en la mayoría de los casos. Y el placer de evacuar con prisas en una estación no lo genera un
retrete psicodélico sino llegar a tiempo al asiento del tren.
Claro que los servicios de las estaciones
necesitan una atención de limpieza más intensiva. Hasta ahí de acuerdo. También
coincido en que se debería estar más pendiente de los cambios del rollo de
papel. Pero si a ese refuerzo higiénico se sumara la puntería de algunos y de
algunas, entonces tendríamos la necesidad cubierta, un baño decente y un
servicio eficaz.
El mundo gira a velocidades
insospechadas, pero hacer pis siempre será la misma historia. Por lo que no se
esfuercen en hacer del culo, y de lo que no es el culo, su target del siglo XXI.
- Un store-toillet de la firma que gestionará los aseos de la estación de Atocha-